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Un bisturí. Un cordón umbilical. Una imprenta cosificadora. Un marido desamortizado. Una mente escindida de un rostro museístico con la única tara de ser portador de una nariz de pájaro. Un accidente provocado por el desfallecimiento de un gameto cabrón. Una solución quirúrgica para un lienzo cuyo centro no siempre está en la mitad. Un defecto convertido en un balcón desde el asomarse al mundo e introducirse en el santuario de su mente. Una mujer despegando de su tabique nasal hasta alcanzar el precipicio. Una mujer aprehendida y prendida de su sexo. Y de su nariz. Tan enigmática e inalcanzable que te dejará sin respiración.